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Sensor de serafín
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Capa Avatar del Estratega
Déjalo encontrar lo que quiere.
Hay tablas de datos apiladas sobre informes de campo manuscritos encima de tomos forrados en cuero. Descansan en un punto de luz solar que cae a través de una ventana redonda, cubierta con cortinas de lino teñidas con tonalidades de atardecer y enmarcadas por hiedra y glicinia.
Osiris se encorva sobre la mesa, entre el rayo de luz vespertino y la sombra. Un registro de audio se reproduce en una de las tabletas y los subtítulos se generan a partir de la lengua ulurant de quien habla:
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Osiris forma un puño tembloroso al apretar una mano, luego adelanta el registro.
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Maldiciendo, Osiris lanza la tableta fuera de la mesa junto con los libros y las notas. De su boca se alza un grito y, al girarse encolerizado, se encuentra con la mirada de Saint. La furia se apaga en brasas de vergüenza cuando Saint se aleja de la entrada a la cocina. Su pareja no viste una armadura, algo que no muchos han visto. En su lugar, sus amplios hombros se ocultan bajo un poncho suelto de color magenta y lila, bordado con un patrón de aves hilado por manos eliksni.
Saint se acerca a Osiris y suavemente sujeta su rostro con las manos. El gesto hace que la tensión se disipe en Osiris, quien reposa una mejilla en los dedos de Saint.
"¿Por qué estás tan enojado?", pregunta Saint, con una voz dulce y reconfortante. Es más bien un ejercicio que una pregunta.
"Tengo miedo", susurra Osiris en la palma de la mano de Saint. "De que Ikora tenga razón. De que yo… esté…" A Osiris le lleva tiempo expresar con palabras su miedo real, pero Saint se lo da.
"… de que yo esté roto".
Saint abraza a Osiris firmemente y le da un beso en la coronilla. "No eres una taza de té", le susurra al hombre con menor estatura sobre la cabeza. "Las personas no se rompen y tú no estás roto". Osiris apoya su frente contra el pecho de Saint, y se siente humilde y seguro de inmediato.
El abrazo dura todo el tiempo que Osiris lo necesita, y cuando finalmente se inclina hacia atrás para mirar a Saint a los ojos, pregunta: "Entonces, ¿qué pasa conmigo?".
"Pasa que eres suficiente", responde Saint.
