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PETO CACERÍA SALVAJE

Leyenda / Titán / Pecho / Chest Armor

"Eso que intentábamos cazar era inteligente. Demasiado, escalofriantemente inteligente. Nos acorraló en las catacumbas bajo Antiguo Chicago y eliminó a las otras escuadras una por una". (Reed-7, titán exo)

Fuente: Recompensa del pase de temporada

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Lore

Peto Cacería Salvaje

"Eso que intentábamos cazar era inteligente. Demasiado, escalofriantemente inteligente. Nos acorraló en las catacumbas bajo Antiguo Chicago y eliminó a las otras escuadras una por una". (Reed-7, titán exo)

III

El atardecer cayó sobre la Ciudad Onírica. Seis corsarios armados con fusiles Rencor del Tigre revisaban por última vez su equipamiento. El ajetreo dio paso a los saludos silenciosos cuando Petra y Sigfrido se acercaron. Ante ellos, entre las Brumas Divalianas, había un pozo fétido con biocrecimiento de la colmena. Desde el interior, retumbaban los ecos de frenéticos susurros inhumanos como chillidos de unos acordes roncos.

Los hologramas de la zona mostraban mapas de intrincados túneles que orbitaban alrededor de un abismo central. En el interior del nido, un punto marcaba el objetivo. Los marcadores señalaban el camino más directo.

"Descansad, corsarios. Este es Sigfrido. Ha venido para ayudaros a desalojar a la colmena de este nido y a recuperar nuestra tierra. Ahí dentro, él está al mando. Mi guardia y yo lucharemos para mantener esta estación. Ya sabéis qué hacer. Por la reina". Petra le cedió la palabra a Sigfrido. "Titán".

"Un placer conoceros, insomnes del Arrecife. La Vanguardia está con vosotros. Yo solo soy una pequeña representación. Avanzad conmigo y triunfaremos". Sigfrido se puso el casco. "No os defraudaré".

La escuadra se puso en marcha y, en la oscuridad de las profundidades, la colmena descendió sobre ellos. Oleadas de lacayos invadieron los túneles y una lluvia de disparos emergió incesante desde las barricadas. Sigfrido iluminó el espacio con su intensa fulminación de arco, y los disparos pudieron encontrar objetivos. Las garras abrían heridas y desgarraban armaduras, pero ni el titán ni los corsarios cedieron. Entraron siete y siete sobrevivieron. Con cada oleada enemiga, ganaban terreno y se cubrían.

La energía de arco de Sigfrido atravesaba la podredumbre como una chispa mortal. Cada carga dispersaba a la oposición y dejaba tras de sí una quitina chispeante, casquillos de bala y ozono galvanizado.

El humo del fuego de alma impregnaba el aire y los refuerzos enemigos se organizaban en círculos rituales. Los acólitos saltaron para flanquear al titán, pero fueron interceptados por los corsarios. Sigfrido se enfrentó a un caballero imponente con una espada tallada. Formó dos granadas cegadoras en los puños y se abalanzó con un combo cegador. El caballero chilló y falló el golpe a Sigfrido. El titán se abalanzó de nuevo y el enemigo cayó ante la tempestad. Al final, el único sonido audible era el de las respiraciones entrecortadas. El titán miró hacia el túnel bloqueado que tenían delante.

El abismo estaba recubierto por una secreción resbaladiza de la colmena. "Este debe de ser su santuario". Las palmas de Sigfrido latían con Luz. La silueta débil de un Espectro apareció y desapareció. "Sí. Aquí es. Formad un perímetro. Si no vuelvo, retiraos".

Sigfrido rompió el sello de mucosa y se deslizó hacia la caverna. Un fluido pestilente goteaba del techo y formaba charcos en el suelo. Un monumento sangriento se retorcía ante él. Pequeños tentáculos convulsionaban alrededor de un brillo amarillento. Brotaban de la base retorcida de un caballero destripado: su espalda y sus costillas salían de su abdomen destripado, doblándose en una metamorfosis incompleta.

"Qué asco". Sigfrido avanzó lentamente, con la mirada fija en el grotesco santuario. Los ojos del caballero lo seguían a cada paso. Estaba a pocos metros de ese horror, cuando la tierra estalló a ambos lados de él. Dos ogros emergieron de sacos recubiertos de quitina que él había confundido con paredes. Sacó su Improperio y, con unas explosiones calculadas, eliminó al primero. Sigfrido se giró hacia el segundo, pero ya lo tenía encima. Lo estampó contra el muro de la caverna y chilló al mismo tiempo que emanaba energía de su ojo.

Sigfrido alzó una barricada y el ogro desató sobre él su mirada infernal. Su muro de Luz empezó a cubrirse de grietas. Sigfrido lo reforzó con ambas manos. El ogro hizo temblar el suelo mientras sucumbía ante la presión. El titán se preparó para embestir, el relámpago recorría su cuerpo.

Movimiento en la distancia. [CRAC] La cabeza del ogro retrocedió por el golpe. Sigfrido siguió el sonido hasta una figura encaramada en la boca de un túnel que había frente a él. El ogro giró y rugió. [CRAC] Su cabeza se echó hacia atrás con una herida supurante. Tres disparos más de la figura pusieron al ogro de rodillas. El hombre miró a Sigfrido y se inclinó en una pequeña reverencia. El titán apagó su escudo y cogió al ogro por el pescuezo. Lo arrojó contra el suelo y, con sus puños eléctricos, asestó el golpe de gracia. El titán se giró para ver a su salvador, pero el túnel estaba vacío.

Era temprano por la mañana cuando Sigfrido emergió de nuevo. Petra estaba inmóvil en el campamento.

"He recuperado tus muestras. Debes saber que cualquier cosa que haya quitado se ha regenerado". Sigfrido bajó la voz. "Creo que este era un sitio germinal. O hemos tenido suerte, o esto era la expansión ambiciosa de un sitio más grande".

"Nunca tenemos suerte", respondió Petra con tristeza. "Empezaré por descartar opciones para el próximo ataque".

"Esa forma de pensar se reflejará en mi informe para la Vanguardia".

"Ya has hecho bastante por hoy, titán. Descansa. Mañana llevaremos las muestras a las técnidas. Sin duda, tendrán mucho que decir".

 
 
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