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Lore
Capa Trabazón
Que no te vean venirte abajo.
"¿Uldren?". Jolyon Till llamó suavemente a su viejo amigo. El normalmente astuto príncipe insomne se había vuelto a perder en ensoñaciones.
Uldren sacudió la cabeza y volvió a la realidad. "¿Eso es…? Sí. Viento de cola a 17 km/h. Ligeramente hacia el norte". Uldren entrecerró los ojos, como si mirara al sol. Jolyon frunció el ceño. El sol estaba detrás de ellos.
Era la primera vez que él y Uldren iban al campo de tiro desde su regreso del Jardín Negro, y a Jolyon le sorprendió lo taciturno que parecía su amigo. No sabía decir qué era, pero algo había cambiado en la mirada de Uldren. Algo terriblemente familiar.
"Enviando". Jolyon apretó el gatillo y falló por treinta metros. Los cálculos habían cambiado mientras dudaba. Hizo una mueca.
"Buen tiro", murmuró Uldren. "Siempre fuiste el mejor".
Jolyon no se molestó en ocultar su preocupación. Era evidente que a Uldren también lo atormentaban las pesadillas, esas visiones nocturnas de las que Jolyon no se atrevía a hablar en voz alta. El grotesco corazón latiente, parcheado de tecnología vex, viscoso de pulpa madura, con cables espinosos que se extienden hacia afuera. Su húmedo latido mecánico, su pesado latido…
Jolyon volvió a la realidad. Se había distraído. Alzó la vista y encontró al príncipe insomne con los ojos entrecerrados, como oteando en la distancia algo apenas visible que se alejaba cada día más.
