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Lore
Orden soberana
No vueles tan lejos que no puedas escuchar su voz.
Tres naves sobrevolaron en una formación cerrada.
Sus sombras oscilaron en el iris de Grutuk mientras ella calculaba las áreas posibles en las que podrían aterrizar. Complacida, se levantó de la maraña de zarzamoras en la que se había estado escondiendo y las espinas rasgaron su caparazón de marfil sin hacerle daño.
Xavol estaba en silencio y pasaba una de sus garras oscuras ociosamente por la tierra. Había dibujado las runas antiguas, que antes eran poderosos símbolos de ofrendas, pero ahora no eran más que surcos poco profundos.
Ella le dio un empujoncito. "Hora de trabajar", dijo.
Xavol se puso de pie lentamente y borró los dibujos con el pie. Siseó y chasqueó las mandíbulas.
"Siempre dices eso", dijo ella suspirando. Ambos se dirigieron a los árboles para esperar a los guardianes.
