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Lore
Capucha Ídolo atávico
"Su hipernave estaba llena de espectros muertos. Quedaban apenas partes de algunos de ellos. Aún no determinamos el número exacto de bajas". (Fragmento de reporte de seguridad de la Vanguardia)
LA TIERRA // ÚLTIMA CIUDAD // CENTRO DE DETENCIÓN //
La hechicera Shayura está arrodillada sobre una almohada con los ojos cerrados, la cabeza inclinada y las manos entrelazadas sobre su regazo. La rodean los sonidos de la ciudad, las melodías de las las aves y el silbido del viento. Pero no hay hierba debajo de su almohada, sino concreto frío. Cuatro pantallas holográficas que rodean a Shayura proporcionan una representación semirealística de los jardines del centro de la Última Ciudad, un lugar de calma y serenidad ubicado a la sombra del Viajero.
"Honro a mis antepasados", dice Shayura en voz baja.
"Honro a mi escuadra".
"Honro mi verdad".
"Honro mi corazón".
"Honro la capacidad humana para amar".
"Esto, por sobre todas las cosas, es verdad".
Las palabras parecen un jarabe espeso en su boca. La culpa hace que sepa amargo. La mandíbula le tiembla, la garganta se le estruja y su boca está demasiado seca como para pasar saliva.
"Honro a mis antepasados".
La voz le tiembla, solo un poco.
"Honro a mi escuadra".
La mandíbula le tiembla.
"Honro mi verdad".
Puede sentir la calidez de las lágrimas sobre sus mejillas.
"Honro mi corazón".
Su voz se quebranta.
"Honro la c-ca-capacidad…". Se quiebra. Las recitaciones se convierten en sollozos y Shayura se desliza de la almohada hacia el suelo. Sus hombros se agitan, lleva sus rodillas hasta su pecho y llora con la cabeza apoyada en sus piernas. Al cerrar sus ojos, unos guardianes muertos y con las cuencas oculares vacías la observan.
Ruegan por sus vidas.
Ella les apunta con un arma.
Y honra su verdad.
