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Lore
Buenas nuevas
“Puede que esta sea la Última Ciudad segura, pero igual debemos cuidarnos mutuamente”. (Suraya Hawthorne)
"Aquí tienes", dice Hawthorne, mientras baja de la escalera. "Ya está".
"Gracias, Suraya", la señora Hasan contesta mientras se asoma desde su tienda para ver la cuerda con faros azules. "Ya no puedo subirme a esa escalera". Hace una seña. "¿Por qué no entras y te tomas algo caliente? Farrah está en casa". Mueve sus cejas, aún atrevida a los 85. "Todavía está soltera... ¿te lo había dicho?"
Hawthorne sonríe. "Unas cuantas veces, señora H.", dice. "Pero no, gracias. Debería seguir".
Guarda la escalera para la señora Hasan, de mala gana acepta una caja de galletas espolvoreadas y luego se va por las calles cubiertas de nieve de la Última Ciudad. Está oscureciendo, pero aún le faltan algunas paradas por hacer. Hace muchas visitas durante la Aurora.
Baja la velocidad mientras una nave de guardián pasa por encima. Un exo se teletransporta a la acera, da cuatro pasos, se detiene boquiabierto al ver los faros que cubren el vecindario.
Guardián nuevo, sin duda. Hawthorne se ha vuelto buena para localizarlos. Se detienen para inspeccionar todo, a menudo sin advertencia. Muy poca conciencia espacial.
"¿De dónde vinieron?" el guardián pregunta con reverencia, sin ver a Hawthorne.
"¿Los faros? Los colgamos". Está acostumbrada a esto. "Para la Aurora".
El guardián la ve como si fuera una hechicera. "¿La Aurora?"
Hawthorne tiene una debilidad por los nuevos. Ya ha estado sola antes en las tierras salvajes de la ZME. Y no puede imaginarse muchas experiencias con tanta soledad como tropezar como un bebé grande en un mundo ya formado, con nadie más que con un pequeño robot volador para explicar todo.
"Vamos", ella dice. "Vamos a caminar y hablar. Apuesto a que tienes hambre y conozco a un tipo que hace unos tamales increíbles en esta época del año".
