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Lore
Capucha Celestita (majestuosa)
El lacayo más hambriento
Eido miró hacia la Gran Máquina, por encima de las cabezas de las crías que la rodeaban. Se maravilló ante su magnificencia, aunque sabía que había dejado civilizaciones arrasadas a su paso. Como la civilización elixni, sin ir más lejos.
Miró a las crías. "¿Sabéis que los de la colmena no tienen alma?", preguntó. Las crías la miraron con curiosidad.
"Así es", continuó ella. "Los de la colmena, en lugar de alma, tienen un gusano. Son gusanos grandes, viscosos y se retuercen dentro de sus cuerpos".
Eido meneó los dedos simulando gusanos y las crías de la primera fila dieron un paso atrás. Bajó la voz para darle un aire siniestro a su historia: "Y esos gusanos siempre tienen hambre. Obligan a los de la colmena a comer más y más y más. Nunca se sacian, por mucho que los alimenten. Por eso, los de la colmena comen de todo. Incluso pequeñas crías, como vosotros".
Eido mordió el aire y las crías gritaron aterrorizadas.
"Algunos piensan que, algún día, los de la colmena se comerán toda la galaxia", dijo, mirando de nuevo a la Gran Máquina. "Y, cuando ya no quede nada, tendrán que comerse unos a otros. Se atiborrarán hasta que solo quede un único lacayo, que tendrá que devorarse a sí mismo".
"Y, entonces, no quedará nada", concluyó Eido en voz baja. "Todo volverá a ser tal como era al principio".
Las crías guardaban silencio. De repente, Eido se sintió muy cansada.
