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Acólitos de Nezarec: Briar - I
La oscuridad del bosque resultaba opresiva.
Mientras veía a mi rival desplomarse, experimenté un subidón de adrenalina y escuché su cuerpo estrellarse contra el suelo.
Un profundo tono carmesí pintó un árbol cercano, deslizándose por la corteza y filtrándose hasta la albura, mientras formaba un charco en el suelo que empapaba las agujas de pino secas.
No recuerdo quién era ni por qué había decidido matarlo.
No era ajeno al derramamiento de sangre; en el pasado había matado indiscriminadamente. Si vivías para ver un nuevo día en mis tierras, era porque así lo quería yo.
Pero esto era diferente.
Delante, en el mar de árboles, las sombras se movían. Adopté mi postura, con la espada firme en el puño. Un estremecimiento me recorrió las yemas de los dedos, me electrizó los brazos y se instaló como un escalofrío en mi nuca.
"¿Quién anda ahí?".
Podía oír los susurros a mi alrededor, detrás de cada árbol. Eran abrumadores e indescifrables, y lo abarcaban todo.
La sombra se acercó rápidamente hasta alzarse imponente sobre mí.
Se alargó en mi dirección hacia mí, y yo retrocedí.
Recuerdo la risa siniestra, y la forma en que avivó un miedo visceral en lo más profundo de mími interiormí.
Estaba paralizado. Los susurros habían invadido mi mente.
Su magro cuerpo se tambaleó hacia delante y chocó contra mí. Sentí que caía. El aire escapó de mis pulmones y, por un momento, todo desapareció… Un vacío que nunca había sentido.
