Lore
Túnica Solsticio (reavivada)
Incluso la luz más cálida a veces puede quemarte.
Ella no necesitaba la Luz para eliminar a un merodeador de un solo golpe de mano en la cabeza.
Ikora dejó caer el cuerpo en el suelo del bosque y observó cómo el éter se derramaba en la tierra. Tal como solía hacer al principio, cuando su Espectro la resucitó por primera vez. Podía desaparecer en el monte y retar a los sigilosos a enfrentarse a ella.
Este era el undécimo caído que había eliminado desde que había visto el fragmento, y el último que se interponía entre ella y el poder que quería recuperar.
Miró el fragmento y dio un paso hacia él. Otro paso, evitando dos escorias que había eliminado un rato antes. Otro paso, esquivando a la inmundicia que la había agarrado desprevenida justo después. Un paso más, estirando la mano para tocar la superficie del fragmento. Cerró los ojos y esperó.
Y esperó.
Nada.
Abrió los ojos y miró el pedazo roto del Viajero. En silencio. Atónita. Furiosa. Suplicante. Y, luego... serena.
Esperó otro minuto. Observando. Luego, hizo unos cálculos mentales. Miró hacia un vacío en el cielo.
Ío.
